Viajar en pareja no tiene por qué ser sinónimo de idílico y mágico. El roce continuo con la otra persona durante 24 horas al día hace que, incluso las parejas más sólidas, puedandiscutir por tonterías en cualquier momento. Porque si todo va bien, es maravilloso conocer paisajes espectaculares, gente divertida, compartir anécdotas... pero si las cosas se complican y no van del todo bien, el estrés, el cansancio y las diferentes opiniones pueden sacar lo peor de cada uno.
Es fácil acabar odiando a esa persona tan especial que ahora ocupa nuestro corazón. Para evitarlo solo hay que seguir algunas recomendaciones obvias.
Antes de empezar el viaje es muy importante planificar, hacer planes para tener en cuenta los intereses de ambos, lugares a los que ir, cosas qué hacer, cuánto dinero gastar,... es necesario hablar antes de empezar el viaje para no crear desilusiones, ni falsas expectativas. Además, hay que buscar un equilibrio entre lo que le gusta a uno o al otro.
Antes de nada hay que hablar de dinero para evitar hacerlo a posteriori, y establecer un presupuesto diario o uno para todo el viaje. Acordar el gasto evitará muchos de los problemas que puedan surgir como cuánto pagar en alojamientos,¿ bocadillo o restaurante? o otro tipo de cuestiones que pueden llevar a una discusión, se resuelven por sí solas.
Aunque se hayan acordado muchas cosas previas al viaje, ser flexible es necesario para no crear tensiones innecesarias. No hay que ser tan exigentes con los planes y dejar algo de tiempo a la improvisación, ya que cualquier situación no planificada causa estrés y puede arruinar un viaje. Hay que saber adaptarse y saborear los momentos juntos.
Para olvidarse de los posibles percances que puedan ocurrir mientras se viaja, no hay nada como contratar un seguro de salud que incluya urgencias médicas, repatriación, si se diera el caso, y responsabilidad civil, de este modo, en caso de urgencia, no hay peligro de ser abandonado por el otro, o peor, crear una crisis y caer en pánico. Con un seguro siempre hay un teléfono donde acudir.
Inmortalizar los viajes a través de las fotografías está muy bien, pero las vacaciones son para desconectar de la vida diaria y disfrutar de la pareja, para ello es necesario olvidarse del móvil y de las redes sociales, y dedicarle todo nuestro tiempo a la otra persona, sin interrupciones.
El jet lag, un viaje largo, no dormir lo suficiente o muchas actividades juntas, todo ello provoca malestar y cansancio que se manifiesta en forma de malhumor y estrés. Dejar que el cuerpo se recupere para continuar el viaje es un acierto.
Además, no todos tenemos los mismos hábitos, los hay que son más nocturnos y otros, en cambio, prefieren levantarse muy pronto, hay que llegar al equilibrio para que se puedadescansar correctamente.
Aunque parezca un tema menor, respetar los biorritmos del otro es importante, y tener hambre o sed y no conseguir saciarlos puede volverse desesperante, sobre todo si la pareja no parece tener las mismas necesidades.
Las horas de comer son un momento peligroso en el que uno puede volverse loco, irracional y comportarse como un niño, pero es tan sencillo como decidir pronto donde almorzar y cenar.
Desde descubrir lugares que no sale en las guías, perderse en el bosque o bañarse desnudo, hasta clases de cocina o saltar en paracaídas son actividades a realizar con la pareja que salen fuera de la rutina. Hay que buscar esas experiencias que proporcionan recuerdos inolvidables para siempre.
No hay nada como el humor para salir airoso de cualquier situación, no hace falta dramatizar las situaciones, unas risas a tiempo sobre cualquier tontería suavizará la situación, la crisis pasará, y hará que todo vaya mejor.
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