Todos estos dispositivos son parte de lo que se denomina grados de autonomía 1 y 2. En cambio, los vehículos que probamos en Francia ya son parte de lo que se conoce como nivel 3 de autonomía: pueden circular por autopistas (no por rutas de doble mano ni en ciudad) sin que nadie los conduzca. Cabe destacar que aún no pueden venderse al público.
Por medio de radares, cámaras y navegación satelital, todo sincronizado, el vehículo se mueve en la autopista con más seguridad que como lo haría un humano. El auto “lee” señales, respeta la máxima y no se cambia de carril sin avisar con luz de giro. Veníamos a 110 km/h -lo permitido- y delante, a 200 metros, unos autos circulaban a una velocidad menor. Entonces nuestro Peugeot “decidió” poner el giro y pasarse a la izquierda para sobrepasarlos. Apareció un cartel de “máxima 90” y el auto bajó la velocidad. Era una autopista que en ese tramo contaba sólo con dos carriles, y seguíamos por la izquierda porque a la derecha había muchos autos, pero un auto nos quería pasar (un humano que no respetaba la máxima), entonces nuestro Peugeot esperó que hubiera un hueco a la derecha, puso el giro y dejó pasar al apurado.
Los autos de UBER, bajo polémica.
A este nivel 3 también se lo conoce como “eyes off” ya que se puede viajar sin mirar hacia adelante. Pero alguien debe haber en la butaca del conductor, porque al salir de la autopista habrá que retomar el control manual. El paso definitivo se dará en el nivel “mind off”, en el que ya viajaríamos desentendiéndonos de absolutamente todo, sin conductor (esos autos se están presentando en exposiciones como prototipos, sin volante ni pedales, como un living rodante). La tecnología para dar este paso ya existe, pero faltan legislaciones (aseguradoras y automotrices están pensando en eso) y, sobre todo, habrá que dar un gran paso cultural. La llegada al máximo nivel de autonomía no será tan pronto como parece.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario