¿A quién no le ha causado mucha pena observar basura en las playas; o no le ha dado impresión caminar sobre la arena de una playa sucia?
Es que todo residuo que tiramos en la vía pública genera un impacto negativo aunque no lo pensemos; desde lo más grande hasta lo más pequeño. Dentro de ellos, las colillas del cigarrillo representan un contaminante silencioso, ya que damos por descontado que una vez acabado el cigarrillo, deja de ser nuestro problema. Finalmente, terminamos siendo los únicos responsables del estado con el que encontramos nuestras costas al veranear, o nuestras calles. ¿Por qué no hacerlo diferente, entonces?
Las colillas producen serios problemas ambientales. Además de la contaminación visual, los filtros (compuestos de acetato de celulosa) dispersos en las zonas costeras impactan sobre la calidad del área, modificando su valor ecológico.
En algunos casos, además, son fuente de obstrucción de los desagües pluviales, y aquellos que continúan su camino, lo culminan en el mar. En un triste ranking de contaminación de los mares, las colillas entran en el podio conjuntamente con las bolsas y las botellas plásticas, generando que “los desechos marinos dañen a más de 800 especies animales y generen grandes pérdidas económicas para los países costeros” (ONU).
Lo importante es la educación. Comenzando por aquí es donde veremos resultados en las próximas generaciones. Una educación motivada desde abajo hacia arriba, propiciando la participación ciudadana, pero contando con el apoyo de los entes municipales y estatales, es en lo que más tenemos que trabajar.
Pero, además de la concientización, la difusión de la problemática y las campañas de organizaciones no gubernamentales (ONG) u organismos privados o de gobierno, son acciones que pueden ayudar a minimizar la situación.
La naturaleza –degradada hasta límites insospechados por nosotros- quiere un respiro. Por si sola, es difícil que veamos cambio alguno. Nuestro caótico ritmo de generación de residuos, alimentado por el consumismo desmedido, nos enfrenta a una toma de decisión jamás analizada: vivir sin basura.
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