martes, 5 de julio de 2016

7 métodos de agricultura sustentable para combatir la hambruna del futuro


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Está previsto que la población mundial alcanzará los 9.2 mil millones de personas para el 2050. Si en 2012 la Organización Mundial de Alimentos y Agricultura (The Food and Agricultural Organisation, FAO, por sus siglas en inglés) estimó que una de cada ocho personas se van a dormir con hambre, esta situación sólo puede agravarse en las condiciones actuales. Y esto no es lo único de lo que nuestros nietos tendrán que preocuparse.
Factores como el aumento de los costos en la producción de alimentos, el cambio climático, así como la ineficiente distribución de los sistemas alimentarios y restricciones en el uso de suelo para la agricultura (casi 3/4 de la tierra para cultivo ya se están utilizando, y lo demás no se utiliza por su baja producción o por encontrarse en reservas ecológicas) nos hacen preguntarnos de qué modo podríamos promover estilos de vida que desde hoy nos ayuden a prever las condiciones futuras y evitar una crisis alimentaria.
Una opción es el cultivo sustentable. Desarrollar junto con los agricultores nuevas técnicas para producir comida sin agravar los costos al medio ambiente es una opción. En sí misma, producir menos carne ayudaría a reducir el impacto ambiental (al utilizar el grano para consumo del ganado en otras formas de alimentación humana, así como invertir con mejor eficiencia el agua y la tierra destinadas a su manutención): hoy en día producir un kilo de carne cuesta en promedio unos 10 kg de alimento y 15,000 litros de agua.
En un nivel doméstico la batalla también está puesta. A continuación ponemos algunas formas en que puedes contribuir a reducir el problema de la alimentación mediante la implementación de la agricultura doméstica:
Siete sencillos métodos de agricultura doméstica sustentable
1. Administración del agua
La calidad de la tierra puede mejorarse con un drenado eficiente de la misma. Una incorrecta administración del agua afecta no sólo la calidad del suelo, sino a los ríos y a la vida silvestre que dependen de ella. Además del drenado de la tierra para que esta no se pudra, los granjeros deben tratar de cultivar solamente productos propios de la región, pues será más sencillo que tales alimentos se adapten al clima local. Implementar un sistema de recolección y almacenamiento de agua de lluvia es necesario para irrigar la tierra sin utilizar los mantos freáticos.
2. Mantenimiento de la tierra
Métodos tradicionales como el arado aseguran que la tierra tenga movimiento y que puedan aprovechar el aire. Los fertilizantes naturales como el estiércol o los cultivos de cobertura, así como el uso de cenizas de carbón natural también pueden mejorar la calidad de la tierra, y por ende, la calidad del cultivo.
3. Limpiar la tierra a mano
En grandes extensiones esto ha dejado de ser posible, pero eliminar la cizaña y los hierbajos utilizando químicos será contraproducente. Lo mejor es cortar y pacer la tierra antes de que la hierba mala aparezca y se reproduzca.
4. Variedades de cultivo
No es recomendable plantar siempre el mismo tiempo de semilla. Utilizar distintas variedades de la misma especie asegura que la diferencia genética produzca cultivos más fuertes. Las semillas transgénicas tratan de sustituir este proceso que las semillas realizan por sí mismas a través del tiempo; cabe decir que es mejor utilizar semillas no transgénicas.
5. Venta de cultivos locales
Empacar, transportar y almacenar cultivos también genera un consumo innecesario de energía. Utilizar semillas locales no sólo reduce la huella de carbono sino que permite que los beneficios económicos del cultivo permanezcan en la comunidad.
6. Atraer animales que no dañen el cultivo
Antes de la aparición de los pesticidas, el hombre atraía a los depredadores de aquellos animales que diezman el cultivo. Algunos granjeros construyen refugios para pájaros y murciélagos que se alimentan de insectos; incluso compran mariquitas (catarinas en algunos países) para alimentarse de las plagas.
7. Rotación de cultivo
Otra técnica milenaria para mantener la calidad del suelo y permitir que los nutrientes vuelvan a estar disponibles para las siguientes siembras. También puede ayudar a deshacerse de enfermedades o plagas que afectaran a los cultivos anteriores.

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