Otra imprescindible obra de infraestructura ha quedado inmersa en un conflicto ambiental que podría dilatar los plazos de ejecución, además de teñirla de suspicacias.
El Instituto Multidisciplinario de Biología Vegetal (Imbiv) recomendó rechazar el estudio de impacto ambiental asociado a la construcción de la autovía de Punilla.
El Imbiv depende de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) y el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet), y es el centro de investigación en temas ecológicos más reconocido de Córdoba.
El estudio de impacto ambiental fue desarrollado por un equipo del Instituto de Investigaciones en Servicios e Infraestructura (Iispi), de la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, también de la UNC. El Iispi tuvo a su cargo, además, el proyecto y diseño de la obra, bajo contrato con Vialidad Provincial.
Vale preguntarse, en este caso como en otros similares, cómo se saldan las lógicas diferencias que pueden surgir entre los técnicos más avezados.
El informe del Imbiv se conoció justo antes de que se abriera la audiencia pública prevista para debatir los pormenores de una obra que el Gobierno provincial considera prioritaria, que es largamente anhelada por la región y a la que se opone un grupo de vecinos y organizaciones ambientalistas de varias localidades.
En concreto, para los biólogos, esta primera etapa de la autovía –14,3 kilómetros entre San Roque y Cosquín– “atenta contra la conservación de los ecosistemas nativos de Córdoba”.
Es que, se afirma, el trazado propuesto atraviesa áreas de bosque nativo “de categoría máxima de conservación”, que hasta tienen valor como “componente fundamental del atractivo paisajístico”; para ellos, entonces, es una “base importante de la industria turística de la región”.
La pérdida de bosque se podría remediar, una vez concluida la obra, a través de un proceso de reforestación con especies nativas. Pero para los biólogos, en el proyecto presentado “no se encontraron medidas que garanticen” esta cuestión clave.
La necesidad de una autovía en la colapsada ruta 38 es algo que no se discute. El proyecto cuenta con el apoyo de los cuatro municipios involucrados en este primer tramo (San Roque, Bialet Massé, Santa María y Cosquín) y de vecinos y sectores institucionales de esas comunidades.
Pero como la idea es llevarla, en sucesivas etapas, hasta La Cumbre, esta polarización –grupos a favor y en contra– seguramente se profundizará.
A la luz de la experiencia acumulada en otros conflictos similares –obras y loteos en Sierras Chicas, enterramiento sanitario para los residuos urbanos en Santa Ana, y el Camino del Cuadrado, entre otros–, las autoridades y las organizaciones de la sociedad civil debieran poder encontrar una solución razonable por medio del diálogo, en un tiempo perentorio para favorecer la confluencia de los distintos sectores.
El Instituto Multidisciplinario de Biología Vegetal (Imbiv) recomendó rechazar el estudio de impacto ambiental asociado a la construcción de la autovía de Punilla.
El Imbiv depende de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) y el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet), y es el centro de investigación en temas ecológicos más reconocido de Córdoba.
Vale preguntarse, en este caso como en otros similares, cómo se saldan las lógicas diferencias que pueden surgir entre los técnicos más avezados.
El informe del Imbiv se conoció justo antes de que se abriera la audiencia pública prevista para debatir los pormenores de una obra que el Gobierno provincial considera prioritaria, que es largamente anhelada por la región y a la que se opone un grupo de vecinos y organizaciones ambientalistas de varias localidades.
En concreto, para los biólogos, esta primera etapa de la autovía –14,3 kilómetros entre San Roque y Cosquín– “atenta contra la conservación de los ecosistemas nativos de Córdoba”.
Es que, se afirma, el trazado propuesto atraviesa áreas de bosque nativo “de categoría máxima de conservación”, que hasta tienen valor como “componente fundamental del atractivo paisajístico”; para ellos, entonces, es una “base importante de la industria turística de la región”.
La pérdida de bosque se podría remediar, una vez concluida la obra, a través de un proceso de reforestación con especies nativas. Pero para los biólogos, en el proyecto presentado “no se encontraron medidas que garanticen” esta cuestión clave.
La necesidad de una autovía en la colapsada ruta 38 es algo que no se discute. El proyecto cuenta con el apoyo de los cuatro municipios involucrados en este primer tramo (San Roque, Bialet Massé, Santa María y Cosquín) y de vecinos y sectores institucionales de esas comunidades.
Pero como la idea es llevarla, en sucesivas etapas, hasta La Cumbre, esta polarización –grupos a favor y en contra– seguramente se profundizará.
A la luz de la experiencia acumulada en otros conflictos similares –obras y loteos en Sierras Chicas, enterramiento sanitario para los residuos urbanos en Santa Ana, y el Camino del Cuadrado, entre otros–, las autoridades y las organizaciones de la sociedad civil debieran poder encontrar una solución razonable por medio del diálogo, en un tiempo perentorio para favorecer la confluencia de los distintos sectores.
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