jueves, 29 de diciembre de 2016

Qué es la Depresión Post Viaje + Tips para transitarla



Viajar también significa volver, ¿Qué implica volver a casa después de un viaje largo?


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En el mundo del viajero, se conoce como la “depresión post viaje”, no por nada se la llama así. Tal vez, se preguntarán ¿Por qué depresión y no felicidad post viaje? Acaso, no se supone que debemos volver felices después de un viaje?
No es que sea difícil explicarlo, lo que, sí es difícil, es entenderlo. No todos lo podrán entender de la misma manera, sobre todo, si no han experimentado un viaje largo, o simplemente porque  no tienen esa pasión por viajar (hay personas que prefieren el sedentarismo, y nos les gusta salir de su ciudad). Otros, nacimos con ese bichito viajero en las venas.
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Bueno, vamos al grano…¿De qué se trata esa “depresión post viaje”? Es todo aquello que sentimos al regresar de un viaje prolongado (aunque a mi me sucedía después de regresar de las vacaciones). De repente, sentimos que nos invade una tristeza, la angustia se apodera de nosotros; además, la sensación de sentirse encerrado, por momentos desesperante. Y, lo que es peor, no saber qué hacer con todo eso que sentimos.
¿Cómo fue mi experiencia de volver a casa? Algo así…En primer lugar,  tuve sentimientos muy contradictorios; por un lado estaba contenta de volver a ver mi familia, a mis padres, sobrinos y amigos. Todos aquellos, que cuando estás lejos no dejan de decirte lo mucho que te extrañan; y que tampoco dejan de preguntar ¿Cuándo vas a volver?
Pero, por otro lado, sentía una tristeza enorme dentro de mí. Ustedes pensarán, ¿Cómo se puede sentir alegría y tristeza al mismo tiempo? o ¿Cómo se puede sentir tristeza estando con la gente que uno quiere? Es por eso, que dije al principio, que lo difícil, es entenderlo.
La experiencia de viajar sin saber cuándo iba a regresar, dejándome llevar por el camino, es casi inexplicable. Es vivir intensamente; es descubrir, conocer, aprender. Es la vida en su máxima expresión.
Pasar de esa intensidad y de vivir al máximo -para los que amamos el movimiento- a la quietud, es bastante difícil. Más, aún, si parto desde el punto, que siempre he sido una persona inquieta. Los primeros días, me sentía una extraña en mi propia casa; imagínense después de dormir ocho meses en distintos hogares o en carpa en el piso, en la arena (sólo con un aislante) la comodidad de mi cama me era extraña. Lo más raro aún,  es que jamás me había sentido una extraña estando en otro país.
¿Cómo explicarles a mi familia y amigos que la vida estática no es para mí? ¿Cómo explicarles todo lo que viví en esos ocho meses, y todo lo que experimenté? Si, aún contándolo, el sentimiento es muy personal. Y, aunque lo contase nadie lo entendería, porque la única forma es vivirlo y sentirlo.
Cada individuo elige la forma en que quiere vivir. Algunos, eligen formar una familia, tener un trabajo “estable”, y la rutina.  Y si esa es la forma en que son felices, está bárbaro que así sea. En mi caso, no me conformo con eso, creo que hay mucho más para ver y para vivir; y creo que la mejor forma de vivir es viajando. Al menos, es lo que me hace feliz.
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Cuando supe que tenía que volver, me llené de miedos. Me preguntaba cómo iba a ser mi vida, una vez estando en mi ciudad. ¿Qué pasaría en adelante? Sabía lo que quería, y lo que no. Pero, el mayor de mis miedos, era pensar en que haría sino podía volver a salir de viaje; o como iba a hacer para volver a salir. Pensar en eso, me llenó de angustia, y sin mentir, lloré antes de venir; y los primeros días, después de haber llegado, lloraba desconsolada. Sentía que nadie me podía entender, y eso era desesperante.
Necesitaba hablar con personas que realmente me entendieran; porque si no, sentía que no tenía sentido hablar con alguien de lo que me pasaba. Y, ¿Quién mejor que hablar con otros viajeros? Sobre todo con aquellos que ya habían experimentado ese sentimiento. Pero, lo más importante para mí, fue que madre me entendiera. Contar con su apoyo, no tiene precio.
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Sumada a esta “depresión pos viaje”, me tocó llegar en pleno temporada invernal (imagínense estoy más cerca de la Antártida que de Buenos Aires). Si hay algo que no disfruto es el frío. Los días en invierno son más cortos (parece que viviéramos de noche), afuera todo es escarcha y hielo. Lo que hace, que me active en modo: “hibernar”, y no tenga ánimos de salir de casa, al menos que sea necesario. Pero, además, otro factor importante, es que venía del Caribe!!!
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Generalmente, cuando volvemos de un viaje largo, se producen muchos cambios en nosotros. Nos sentimos distintos. No volvemos siendo los mismos, porque todo se revolucionó en nosotros. Crecimos, aprendimos, maduramos. Conocimos otra forma de vivir, hicimos nuevos amigos, y experimentamos un sinfín de cosas nuevas. Cuando regresamos, esperamos que todo sea distinto. Pero, nada de eso sucede, (es ahí cuando se produce el choque). Todo sigue igual. Los amigos que tanto te extrañaban y te pedían volver, tienen su vida, su rutina; y los ves, debes en cuando, cuando tienen el tiempo. Sucede lo mismo con la familia, cada uno eligió su camino, tiene sus actividades; y el momento “All start” desaparece casi por arte de magia… Es entonces, cuando hay que seguir hacia adelante, y nos damos cuenta que cada  uno elige su camino. Aunque a veces, ese camino, implique estar lejos de nuestros seres queridos.
Así fue, que con el transcurrir de los días, mi ánimo fue mejorando. No quería hundirme en depresión y no hacer nada al respecto. Ayudaron mucho los mimos de mis sobrinos, principalmente; y también el hecho de comprender que: La vida continúa y vinimos a este mundo para ser felices.
Tan pronto mi ánimo mejoró, decidí poner “manos a la obra” y automotivarme, para seguir cumpliendo mis sueños.
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AUTOMOTIVACIÓN (¿Cómo superar la depresión post viaje?)
¿Cómo hice para superar esa depresión post viaje? Aunque es un proceso que lleva un tiempito superar (para algunos llevará más tiempo que para otros) la idea es que no se haga eterno. Y si queremos algo, hay que hacer que las cosas sucedan. Enfocarnos en aquello que tanto deseamos.
En mi caso, los días más duros, fueron los primeros tres;  en lo que me ganaba el llanto. No quería ver a nadie, ni salir de casa. Me permití esos días para estar con mi ánimo por el piso…más de eso, hubiese sido un pecado. Entonces, decidí hacer algo al respecto, y poner manos a la obra. Dicen, que lo único que cae del cielo es la lluvia…para todo lo demás hay que trabajar.
Me propuse hacer cosas que me hicieran bien, y me cambiaran la energía. ¿Qué fue lo que hice? AUTOMOTIVARME. Y así, empecé todos los días a hacer algo que me motivara.
Lo primero que hice, fue re-decorar mi cuarto, y lo hice a mi “estilo viajero”, con mapas, fotos, y frases que pudiera ver todos los días al levantarme, y que me motivaran a seguir mis metas. Luego seguí con una limpieza profunda, y me deshice de un montón de cosas, a las que ya no le encontraba sentido tener guardadas y acumuladas (viajando aprendí a soltar, a no aferrarme a las cosas). Excepto mis libros. Me pregunté, ¿Qué es lo que necesito y le doy utilidad y que no? Saque ropa, adornos, películas, y todo lo que decidí que ya no me era necesario tener, y que sólo ocupaba lugar. Algunas de las cosas las vendí, y otras las regalé.
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Otras de las cosas que hice, fue empezar clases de gimnasia, la semana siguiente de haber llegado. Nada mejor para renovarse que hacer ejercicio. Además, que es genial para descargar tensiones y liberarse. Aunque, debo confesar que al principio, hacia un esfuerzo para ir, simplemente porque mi estado de ánimo era tan bajo, que no quería ni salir de casa.  Pero, después de cada clase, me sentía llena de energía.
También, opté por mantener la mente ocupada  con ideas para mi proyecto, y enfocadísima en mis metas. Todo con un fin: seguir cumpliendo mis sueños. Sin sueños, y sin objetivos que cumplir, la vida no tendría sentido.
Aquí, hago un paréntesis para citar parte el libro “Padre rico, Padre pobre”; que tiene un enfoque interesante, respecto a conseguir lo que queremos. El autor plantea que, en vez de afirmar: “No puedo comprarlo”; debemos plantarnos: “¿Cómo puedo comprarlo?” (En este caso, reemplazaría la palabra comprarlo por hacerlo. ¿Cómo puedo hacer para…”) Según el autor, las palabras “no puedo” apagan nuestro  cerebro, de esa forma el cerebro no tiene que pensar más.  En cambio, al plantearnos ¿Cómo puedo hacerlo? Esto hace funcionar al cerebro, y lo obliga a pensar y a buscar las respuestas.
Me pareció bueno citar el libro, ya que considero es un enfoque muy certero y totalmente aplicable para llevar a cabo los objetivos.
Ahora sí, volviendo al tema de la AUTOMOTIVACIÓN, a medida que los días fueron transcurriendo y me mantuve ocupada con actividades productivas, mi ánimo mejoró bastante. Dejé de sentirme triste por haber vuelto, y empecé a estar feliz por haber regresado con ideas y objetivos claros, con ganas de seguir creciendo y cumpliendo mis sueños.  Viajando aprendí que todo fluye y todo llega.
Ya saben, soy una convencida de que TODO ES POSIBLE. Asique, amigos viajeros que están atravesando  la “depre post viaje”, vamos arriba el ánimo!! inviertan el tiempo en cosas productivas y verán que todo resulta mejor.
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