miércoles, 14 de junio de 2017

Pamukkale, terrazas de algodón y cielo

Estas piletas de aguas termales son uno de los destinos más solicitados de Turquía. El paseo se completa con la visita a las ruinas de Hierápolis.
Como si fuesen cascadas de nieve congeladas en el tiempo, estas terrazas de color cielo son el pretexto perfecto para viajar a Turquía y poner un pie en la puerta que abre un continente exótico y fascinante: Asia.
Traducido al español, Pamukkale significa “castillo de algodón”, y su nombre no exagera. Se trata de curiosas formaciones naturales que se moldearon hace miles de años, luego del movimiento de las placas tectónicas que dio lugar al nacimiento de fuentes de aguas termales. Estas aguas, que surgían de lo profundo de la Tierra, eran ricas en bicarbonato de calcio y muy abundantes en creta, una roca que cuando solidifica genera capas hasta crear estas piscinas naturales de travertinos con forma de medialuna, rodeadas de un mágico color blanco con textura de algodón.
El lugar tiene un tamaño aproximado de 200 metros de altura por algo más de dos kilómetros de largo, y continúa creciendo. Se calcula que unos 250 litros de agua termal brotan por segundo de las fuentes y que alrededor de medio kilo de mineral creta es expulsado por segundo para terminar decantando y aportando más material a estas hermosas cascadas.
A sus aguas termales se les atribuyen propiedades terapéuticas y curativas que responden a la gran concentración de minerales. De hecho, ya en la antigüedad eran utilizadas por los helenos y los romanos. En este sentido, la oferta de Pamukkale no se reduce a esta increíble manifestación de la naturaleza, sino que también ofrece la posibilidad de visitar las ruinas de una ciudad helenística llamada Hierápolis, que data del año 180 a.C.

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