martes, 17 de mayo de 2016

Confiteria La Europea



Como Cosquín, la Europea vivió épocas de bonanza en los '30 y '40, cuando la ciudad recibía tuberculosos de todo el país. Según Había que cantar..., libro que repasa la historia del festival, fue el médico Enrique Tornú quien recomendó respirar el aire coscoíno como cura de enfermedades pulmonares. Los tuberculosos eran gente de dinero y los giros que sus familias les mandaban le inyectaban vida al pueblo: las pensiones para alojarlos se multiplicaban. "Entonces era un ritual venir a tomar el té temprano a la tarde; al atardecer, el aperitivo; a la noche, el cafecito. Era el lugar de tertulia", cuenta Rosita Castro, nieta de Villanueva y actual dueña de la Europea.
Pero aparecieron los antibióticos y Cosquín cayó en desgracia. La ciudad quedó asociada a la enfermedad, nadie quería visitarla. Hasta que, en 1961, el festival llegó para acabar con ese mito. Y la Europea volvió a funcionar como lugar de encuentro.
Por ahí pasaron, y siguen pasando, muchas de las figuras que hicieron grande a Cosquín; punto clave de reunión, ahora es una escala obligada de músicos y turistas.


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