Las cientos de islas e islotes del Delta del Tigre ofrecen la posibilidad de tener un particular encuentro con la naturaleza que bordea al río Paraná, a sólo 32 kilómetros de la Capital Federal.
Las opciones para conocer el lugar pueden ser las excursiones por los ríos, canales y arroyos que se forman cuando el río Paraná se abre antes de llegar al mar, las que pueden realizarse en catamaranes o en las lanchas colectivas que emplean los isleños en su vida cotidiana.
Los paseos permiten conocer un área de islas interconectadas por puentes y caminos, la austera casa que ocupó Domingo Faustino Sarmiento en el siglo XIX y también las de los periodistas y escritores Haroldo Conti y Rodolfo Walsh, ubicadas en el arroyo Gambado y el río Carapachay, respectivamente.
Los turistas que elijan algunas de estas opciones también pueden disfrutar de las comidas típicas ribereñas o simplemente pasear sin rumbo fijo entre sauces llorones, ceibos, alisos de río, coronillos y espinillos, flores coloridas como los claveles del aire y las barbas de viejo, y bañados con plantas acuáticas como los camalotes o los repollitos de agua.
Las especies alóctonas introducidas por el hombre, como los álamos, ciruelos, duraznos, diversas especies de cítricos, ramio, coníferas, formio, mimbre y pecán, completan el colorido paisaje natural del delta.
La colorida flora del Delta del Tigre, que se extiende sobre 14 mil kilómetros cuadrados, es una de las más grandes del mundo y se completa con una fauna donde los ciervos de los pantanos, los carpinchos, coipos, lobitos de río, gatos monteses, culebras, sapos, ranas y escuerzos son las especies más comunes.
La pesca también es una opción válida porque este lugar es un refugio de peces como el dorado, el surubí, el bagre, el patí, la tararira, la boga, el sábalo y la raya.
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